viernes, 20 de abril de 2012

Jueves Blanco

El fervor se siente en las calles 


Hablar de Jesús de Candelaria es  historia y leyenda, es hablar de una tradición de fe que se vive en Guatemala desde hace más de 400 años.













El blanco reluce en medio del color






Penitencia bañada de blanco

Con una procesión con tanta historia y vida recorriendo las calles del centro histórico, surgen interrogantes que el tiempo hace aparecer. Una de esas interrogantes han sido los intentos por ubicar a la consagrada imagen de Jesús de candelaria, a través de las distintas épocas.


Las madrileñas bañan las calles
































Una de las más recientes teorías, basándose en los libros de inventarios existentes, propone a Juan de Chávez como su autor en el año de 1825.

Una imagen con más de 400 años


Sin embargo y más acertadamente, el historiador Víctor Miguel Díaz, lo atribuye al insigne Juan de Aguirre originario de Málaga, España; quién llego a Guatemala por el año 1554, procedente del Perú, conocido por su fama en la habilidad y destreza en el arte de la escultura, y quien recibió la inspiración divina del Espíritu Santo, al brotar de sus manos la imagen de Jesús hacia el año de 1563; Juan de Aguirre murió en el convento de san francisco siendo lego. 



Añadir leyenda
Los terremotos de 1773, obligan la traslación de la capital al Nuevo Valle de la Virgen, y la mejor manera de hacer que los pobladores dejen su tierra, es llevándose a las imágenes de su devoción.


















Es así como tras largo peregrinar, y con enormes dificultades se traslada a la imagen de Jesús, junto a la de la virgen de los dolores del cerro , otras imágenes entre ellas probablemente la de la patrona, la Santísima Virgen de Candelaria, junto a cálices, copones, coronas y las varas de cofradía de Jesús Nazareno, cuya inscripción o grabado junto al quinto real de su autenticidad, así lo demuestran, al igual que las coronas de la virgen de candelaria que revelan su hechura justo en el año 1700.








Es así como desde tan antiguas y remotas fechas la devoción se hace ver en las guatemaltecas que llevan estas tradiciones centenarias a otro nivel, dejando ver en el rostro generación tras generación las distintas emociones que sienten al cargar a la “Santísima Madre” .



Hay quienes sienten el peso de un anda en valor a sus pecados quienes se encomiendan y se arrepienten en su turno, no importa la hora, ni el lugar donde carguen ni el brazo que toque, es un acto de penitencia.














Los tiempos cambian y hemos visto como a través del tiempo las vestiduras cambian la tradición no, vemos como quienes lo cuentan su experiencia al estar caminando por las filas y quienes se distraen de las marchas con un poco de música.





En conclusión es una tradición que los guatemaltecos vivirán hasta los confines de la existencia, ya que siempre estará en búsqueda del ser supremo y de ayuda divina para aguantar  y hacer más suave la procesión de la vida. 



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